Un bueno amigo de izquierda me dijo hace poco que según su criterio personal, era no oportuno definir el avance de la nueva derecha nacionalista o populista como fenómeno fascista, pero que más importante aun era, que le preocupaba el efecto de esa denuncia contra un renacer del fascismo antes de que se produzca el fenómeno, pues podría despojar de ilusiones a quienes creen que se puede contar con los que tenemos hoy disponible en nuestras sociedades para llevar adelante nuestros reclamos progresistas.
A su manera de ver, si pintabamos un panorama demasiado terrible y fatal (ya saben ustedes que tengo cierto morbo por lo apocalíptico) entonces algunos pudieran sentirse desanimados. Muchos han luchado durante un largo tiempo y en circunstancias nefastas para que hoy en día podamos gracias a sus legendarias conquistas ciudadanas hacer cosas que antes estaban prohibidas, además de impedir que surjan los monstruos del pasado.
Entonces se viró hacia mi y me pregunto si acaso nunca pensaba intentar ser comisionada o cualquier otro puesto del gobierno local. Si fuese ese el caso, entonces no seria posible en un fascismo establecido en la imaginación del votante, así que antes de que llegue ese monstruo indeseable, hay que luchar casi sin mencionarlo. Mi amigo es socialista en el mejor sentido de la palabra, pero lejos de enajenarse en polvorientos textos abstractos o renunciar a sus creencias para ser aceptado, propone al parecer una lucha política realista.
Lo mismo la derecha que la izquierda se quiere aferrar al brazo del pueblo en momentos en que el barco del globalismo neo-liberal amenaza con hundirse. El populismo se levanta y los de abajo se rebelan, pero aún no se decide el pueblo entre ambos discursos. En Brasil el pueblo ha escogido a Bolsonaro, pero en México eligen a Lopez Obrador. Desde Mayo del 68 ya casi nadie habla de lucha de clases con total convicción y una infinita cantidad de causas transversales actúan desde dentro de lo que queda de izquierda como un virus desintegrador que deja el camino disponible para la derecha, mucho más unida por los intereses palpables del dinero y del poder. Un caso concreto se ve en Cuba dentro de las filas de las juventudes de izquierda divididas y debilitadas por las luchas internas con relación a la ideología de Genero y el intento de los más fundamentalistas por cambiar el Código de la familia en la isla sin consultar al pueblo.
Hace unos días la coalición de “Hands off Venezuela” se manifestó junto a otras organizaciones contra la visita del presidente de Brazil, Jair Bolsonaro, a Estados Unidos. Ya que llevo rato pidiendo por la liberación de Lula da Silva, no perdí la oportunidad de sumarme a valientes defensores de la paz, los derechos civiles, las negociaciones de paz en Colombia y la libre determinación de los pueblos.
No faltaron los mismos provocadores de siempre, incluso algunos rostros ya son familiares, pues según las propias palabras de uno de ellos, cuando nos ve por su balcón baja a la calle para ir a molestarnos. Efectivamente, lo había visto en la anterior manifestación y aunque siempre muestra muy mala conducta, desde luego es medio entretenido escuchar lo que sujetos así usan como argumentos. Sin ninguna prueba alguna, lanzan una serie de coloridas acusaciones que cuesta creer en esta era de la información. La ignorancia pueda reinar con total desfachatez en tiempos de decadencia. No importa, aquí seguimos, pocos pero conscientes de lo importante que es continuar usando nuestro derecho a quejarnos públicamente, ya que el derecho que no se ejerce…se pierde inevitablemente.