El Futuro de Estados Unidos

By Yadira Escobar on

yadira_escobar_canvassing_democrat_coral_gables_donald_trump_grassrootsSi Clinton nos lleva a una guerra mundial, la culpa histórica caerá esta vez sobre la única izquierda que sobrevivió a la caída del socialismo real, la izquierda occidental. Sobre esos medios que tuvieron un precio, los periodistas sin ética, las élites financieras y económicas. También, será culpable todo aquel que se sumó a su campaña conociendo la verdadera condición de Hillary e ignoró su conciencia. Mi conciencia me dicta que sencillamente no puedo convertirme en cómplice de una política maquiavelista con las manos manchadas de sangre inocente. El otro tiene el beneficio de la duda porque sencillamente nunca ha sido político de profesión.

He votado por Donald Trump porque como ciudadana de está república creo que es el candidato bajo el cual le iría menos mal a Estados Unidos. Aquí he vivido toda mi vida y creo que como ciudadana, tengo el compromiso de razonar si América está en peligro. El bipartidismo tradicional está en crisis profunda y la social-democracia representada por Obama y sus promesas de cambio está en desgracia. Hoy el candidato de la esperanza es Donald Trump, que a diferencia de Obama que ponía esa esperanza en el futuro, mira hacia atrás. Trump promete una grandeza similar a la de tiempos pasados cuando los empleos no se habían mudado todavía hacia China.

No soy tan ingenua en creer que Trump pueda enfrentarse a los grandes grupos económicos que pisotean la soberanía de los pueblos. Es mas, quizás nunca tuvo un chance real para ganar porque es demasiado tarde para sacudirnos de esas élites corruptas, pero aun sueño con la paz mundial y esta globalización actual no es la respuesta. La clase trabajadora aquí necesita trabajos y la cultura rosa de sentimentalismo liberal no pone comida en la mesa.

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La nostalgia reaccionaria como única esperanza de las clases trabajadoras y de las pequeñas empresas, es un producto directo de la globalización. Hay un nacionalismo no inventado por las élites y ha surgido de forma natural. El establishment lo mira con profunda preocupación porque está cambiando la visión política del votante, incluso la de los jóvenes que rechazan el control de WallStreet sobre la política nacional.

Obama ganó la presidencia en gran parte por ofrecer un “cambio” y es triste que seamos tan simples pero como nadie esta 100% feliz con su vida, el anzuelo de la palabra mágica le abrió puertas electorales. Hillary Clinton en contraste, intenta heredar la popularidad del presidente negro (consciente que carece de carisma) y se encuentra en la aborrecida tarea de ofrecer más de lo mismo. Es una complacencia conservadora que no le permite señalar los verdaderos defectos del actual gobierno. Biden, Obama, Michelle y Hillary llevan meses asegurándonos sonrientes que ya América está bien y esa negación de la realidad me dice que no hay intenciones de arreglar nada. Es imposible mantenerse en el mismo sitio, más aún si estás en descenso.

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Hillary Clinton con plena vocación imperialista e inclinación morbosa a la política de “Cambio de Régimen”, sería la heredera de la sutil política de Obama contra los gobiernos populares de América Latina y contra la soberanía de Cuba. En la isla y en el exterior, una parte de la izquierda asume que Hillary es el mal menor por razones subjetivas y falta de rigor en el análisis de la política exterior de Obama con relación a las sanciones económicas contra Cuba.

El enorme ascenso de Donald Trump ha confundido a gran parte de la izquierda mundial que no entiende la importancia de lo nacional y lo popular en la política de los pueblos. También ha perturbado a la derecha que apuesta por la globalización actual. Típicamente estos estaban muy satisfechos en votar republicano pero como ciertamente ya las definiciones de izquierda y derecha se funden un poco, ayuda entender porque tantos parecen haber “cambiado de bando”. Esa acusacion se las podemos lanzar a los propios partidos. Cada bando se ha ido apropiándose de las agendas mas atractivas de sus contrincantes y años después terminamos con estos trastornos de la personalidad.

Aquí en Estados Unidos estamos ante dos partidos de derecha y esto es importante aclararlo. La izquierda, con plena conciencia que el Partido Republicano esta más a la derecha que el demócrata, apoya a Hillary Clinton sin asumir con toda responsabilidad lo que significa apoyar un modelo imperial que amenaza la paz mundial. El esposo de Hillary, Bill Clinton, fue quien recrudeció las sanciones contra Cuba al pasar la temida ley Helms-Burton pero quizás no es políticamente correcto mencionar esto ahora.

Hoy el voto del cubano-americano está en disputa, con claras tendencias hacia el voto demócrata. Este hecho, induce a la derecha a cambiarse de máscara, sobre todo en la medida que el Partido Democrata se desnaturaliza. No me digan que estos cambios no son posibles porque los origenes racistas del partido Democrata (de los sureños del KKK para ser exacta) me confirman lo dicho.

Varias organizaciones anticastristas esperan la victoria demócrata como mismo esperaban en el pasado por la victoria republicana, pues gran parte del dinero destinado por el gobierno norteamericano a la subversión viene por manos demócratas.

Con Clinton se pueden producir revoluciones de colores y golpes suaves contra Cuba y Venezuela. Incrementaría el chorro de dinero para Radio y TV Marti pero con Trump esta en peligro el dinero destinado a la subversión. Es evidente que parte de la derecha batistiana con mascara demócrata, votara por Hillary Clinton junto a cierta izquierda en Miami que no entiende que el papel histórico de la izquierda es luchar por la paz y por los trabajadores. Trump representa hoy esa opción de paz al ser nacionalista, el acercamiento a lo nacional y lo popular y creo que seria un sano escudo frente a las injusticias de la globalización. Tendrá sus defectos, pero es el mal menor frente al proyecto imperial de los demócratas actuales.

Las banderas en defensa de los trabajadores autóctonos abandonadas por la izquierda en todas partes, están siendo recogidas por los movimientos nacionales en cada país. Podemos en España, Le-Pen en Francia y Trump en Estados Unidos son una señal de ello. Son fuerzas alternativas que ponen su atención en lo nacional y lo popular, en momentos en que la social-democracia agoniza. El estado del bienestar se esta derrumbando y los tambores de la guerra suenan cada vez más altos. Si la izquierda apoya el globalismo construido por los grandes capitales y todo termina en guerra, el papel histórico en defensa de los trabajadores y de la paz mundial sera asumido por otras fuerzas y creo que por el bien mayor yo los apoyaría.

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Y si, ¡ya voté! Me hubiera gustado que todos los votantes leyesen las revelaciones de la organización Wikileaks, que lleva unos 10 anos tratando de informar a la ciudadanía sobre lo que sucede detrás del telón. Por lo menos que supiesen un resumen de las revelaciones, aunque sea que conocieran su existencia pero los menos y como los políticos vendidos actuaron como si fuese más importante hablar de superficialidades irrelevantes en vez de hacer periodismo rigoroso e informarnos. Si ganase Clinton, lo tendré como señal que hemos perdido la batalla…pero no la guerra.

 

 

 

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