La perplejidad de Baby Lores

By Yadira Escobar on
La figura de plastilina fue hecha por mi hermanito que anda ahora de escultor y me gusta aprovechar lo que hay.

El relevo de la postura clásica del derechista en Miami ( hay otras ciudades pero el estereotipo aún es relevante) está compuesto cada vez más de especímenes vinculados a la Revolución cubana. No estoy hablando de cambiar la Pepsi por la Coca Cola o dejar de apoyar la pena de muerte por un convencimiento moral. No, son cambios de 360 grados, que por ser tan radicales, lucen totalmente falsos. Es bueno madurar la inteligencia y la conciencia, pero hay transformaciones que solo revelan un profundo oportunismo de gente que no cree en otro ideal que el interés del momento.

El músico Baby Lores (su stage name siempre me ha hecho sonreír pues invoca total inmadurez) hace 10 años mostraba con orgullo su tatuaje del Fidel Castro en su piel. Dicho músico debe el cultivo de sus dones artísticos a esa Revolución que ahora critica cómodamente desde la distancia, y no dudo que sea por un intento estratégico de vender. No, públicamente deshacerse del “fantasma” de su pasado no generará ventas.

En 1994 comenzó su carrera como guitarrista y cantante de una prestigiosa agrupación infantil (Ismaelillo) en la provincia de Cienfuegos. Era el año en que salían masivamente los cubanos de Cuba por causa de una severa crisis económica que era agudizada por un endurecimiento del bloqueo desde 1992–The CUBAN DEMOCRACY ACT OF 1992. 

La tentación contrarrevolucionaria del artista o del intelectual bajo una Revolución es muy grande. El artista nacido en el socialismo a menudo es levantado del polvo de la tierra con la ayuda de una colectividad, pero muchas veces se les suben los humos (algunos hasta experimentan con la seudo-politica de aprovechar su popularidad  )y desprecian sus orígenes, que asocian a la pobreza. En esa etapa surge entonces la esperanza de ganar dinero rompiendo con la colectividad, cambiándose de bando y adoptando los valores contrarios a los aprendidos en el seno de la vieja colectividad.

También ocurre que luego y fuera de la promoción cultural del sistema cubano, descubren en el mundo exterior que vender es muy difícil y como en el desespero de alguien que se ahoga, entonces tratan de darle una patada al lastre que arrastran, y que en su imaginario calculan que no les deja avanzar. Es una situación muy tensa, porque estos sujetos se ponen en venta, pero no está garantizado que alguien los compre. Además la duda les atormenta, de ahí su perplejidad ante un mundo capitalista que no comprenden del todo. Visto desde un punto de vista humano, es bastante trágico.

Como socialdemócrata, apoyo las posiciones progresistas y desafiantes de artistas criados en el capitalismo cuando se enfrentan a los poderes no-democráticos construidos por el capital, pero cuando observo la conducta desafiante de un artista criado en el socialismo cubano confrontando a su propia gente que quedó atrás con tal de complacer a la derecha anti-democrática de la emigración tengo que criticarle.

La derecha en su propaganda dice que la Revolución está agotada y que el socialismo es un fracaso, que le dejen montar su casino y su feria de nuevo en Cuba, que el hombre es un animal de mercado con hambre de dinero, pero la pregunta es si están dispuestos los contrarrevolucionarios (sobre todo los que viven en Miami) a convivir con la otra Cuba (la socialista en la isla) bajo un hipotético régimen social-demócrata que obligue a la convivencia.

Yo personalmente no lo creo, porque todavía hablan en privado bien del dictador Batista, y ante una restauración batistiana es preferible lo que tenemos ahora en Cuba con todos sus defectos.

Lo de Cuba en el 59 no fue una simple reforma del sistema, que por cierto, si la Revolución cubana hubiese sido más tímida y se hubiera conformado con la reforma agraria, los grandes capitalistas urbanos la hubieran apoyado para más tarde traicionarla y darle el clásico golpe de Estado. Esos capitalistas urbanos no hubiesen sido solidarios con lo que existía de feudalismo en la Cuba rural.

Fidel Castro se les adelantó y el movimiento revolucionario fue capaz de absorber a gran parte de la pequeña burguesía nacional que ya estaba harta de los grandes monopolios extranjeros, dividiendo así a los posibles enemigos de la clase trabajadora. Al radicalizarse la revolución tras los muchos ataques de la reacción, una parte de la clase media optó por formar parte de la nueva burocracia y de alguna manera el pequeño burgués disfrazado de burócrata se hizo cargo de la administración de todos los medios de producción y servicios. El anarco-sindicalismo quedó al margen, los soviets no surgieron, ni los colectivos obreros lograron autonomía en las fabricas, pero la Revolución siguió con su administración centralizada elevando el nivel de vida de las grandes mayorías, que era en definitiva el clamor popular no familiarizado con el marxismo-leninismo más rigoroso.

La Revolución también fue cultural y de ese frente amplio de apoyo a las capas más humildes surge el artista de origen popular, el artista de pueblo, de la Casa de Cultura, de las Escuelas Estatales de Arte. Toda esa administración fue estatal y no salió de un soviet ni de una junta de obreros. Así fueron las cosas hasta que vino el periodo especial y la ley Helms Burton. Ahora es más difícil ser cantante o pintor en Cuba, pero que nadie se haga ilusiones con la cultura en Miami y se ponga a tirar la casa por la ventana dándoselas de muy reaccionario, que aquí los artistas cubanos se mueren de hambre en su mayoría cuando intentan vivir de una guitarrita o una brocha. Esa falta de apoyo solido es natural y tampoco estoy pidiendo que sea diferente, pues es coherente con la dura ley del mercado corporativo y su tendencia monopolista.

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