Necrosis espiritual.

By Yadira Escobar on

esperandoLa soledad que siente una parte de la nación cuando la otra no escucha me atrevo a calificarla de “necrosis espiritual”. Es estar a la espera de un diálogo con el prójimo lejos de la mala política y de las descalificaciones. Cada uno de nosotros los cubanos, es una célula esencial de todo ese organismo que llamamos nación. Cuando nos negamos a dialogar con sinceridad y a corazón, cerramos la cooperación a nivel celular. Esto entonces, de forma escalonada, alcanza a grupos más grandes. Uno tras otro, cada órgano de la nación se enferma, y el fallo multiorgánico al final lleva a la muerte de todo posible nacionalismo unificador.

La Revolución cubana cambió muchas cosas para bien, pero inevitablemente esos mismos cambios formaron un tipo de sociedad bastante condicionada al mundo de la guerra fría. El enemigo a 90 millas, los batistianos torturadores o la guerra secreta de la CIA por destruir a la Revolución es tremendo arroz con mango. Se convirtió entonces toda la emigración cubana en un bloque “enemigo”, visualizado en Miami. Indudablemente la tendencia será de inmovilismo y de seguir viendo al enemigo exterior en cada cubanoamericano sino hay un esfuerzo  moral. Solo con intercambio cultural genuino, el fin de las acciones del USAID, simultáneamente a todo tipo de diálogos disminuirá esta tendencia al conflicto eterno entre cubanos al cual se han acomodado algunos en Miami y en Cuba.

En Miami la derecha cubana encontró un hogar natural, respaldada por las características políticas del sistema norteamericano. La tendencia a la formación de un guetto anticomunista que se aislaba del mundo para evitar incluso las ideas liberales, marcó al exilio cubano con rasgos de intolerancia y desconfianza hacia todo lo que venia de Cuba. Ciertamente de la isla vinieron agentes de inteligencia a tratar de monitorear a sus enemigos, y el exilio se negó finalmente a todo tipo de contacto cultural con los cubanos que no salieron al principio de la Revolución, porque después de todo no olvidaban que la mayoría había apoyado al Ejercito Rebelde. Pero también es cierto que desde Miami se planearon acciones terroristas contra civiles en Cuba, lo cual justificaba de alguna manera parte del monitoreo.

El exilio como minoría política se volvió alérgico al contacto cultural. Este mismo sábado por ejemplo, la exposición de unas acuarelas del preso político Antonio Guerrero, en prisión por ser agente de la inteligencia cubana, provocó que un grupo de exiliados protestara frente al lugar de la actividad artística. Los exiliados dijeron que mostrar esas pinturas en Miami era una provocación. Si aceptáramos esa hipótesis de “provocación”, pues… aún así estaríamos legitimando la exposición, porque la mayoría de los pintores modernos buscan escandalizar y provocar reacciones en el público. Aunque en este caso sería un reacción política, creo que seria progresista esa reacción  para una comunidad tan acostumbrada a vivir dentro del guetto cultural, y cerrada al intercambio con otras ideas. No creo por cierto que la intención fuese provocar, sino más bien señalar que no todo Miami piensa de igual manera.

Debo mencionar que las obras no tenían nada en si de provocación. Lo único que realmente escandalizó fue: quien era el pintor, su historia personal. Obviamente para un sector de esta comunidad, escoger la ciudad de Miami fue una abierta provocación, pero recordemos que los artistas buscan provocar. Los mismos dadaistas, movimiento artístico nacido como reacción a las experiencias horrorosas de la primer Guerra Mundial, buscaban pinchar y escandalizar al público. Es mas, cuantas más obscenidades gratuitas escribían, glorificando objetos ordinarios como orinales o garabateando fuera del lienzo, y el público se insultaba, más se nutria la corriente que se expandió por casi toda Europa. Sin embargo, eran tan sistemáticamente locos que llegaron a ser predecibles, y solo cuando se tomo su irracionalidad como algo normal y llego a gustar como arte establecido, es que casi murió lo disparatado.

Democratizar a Miami, es cosa buena, sea con escándalo o con simple ejercicio de libertades. Democratizar a Cuba… mejor aún. No hace falta que Cuba deje de ser socialista, ni que los extraños financien el desmantelamiento del estado, pero no estaría mal que los cubanos de Miami puedan también llevar su arte a los suyos. No estoy pensando en los mismos nombres de siempre, los selectos que han logrado practicar su arte en ambas orillas, pues la comunidad artística es más que dos o tres estrellas. Tampoco en provocaciones de mal gusto, por supuesto.

Si Willy Chirino fuera a la Habana por ejemplo, y diera un concierto, sin tener que cantar el subversivo “Ya viene llegando”, sería un aporte positivo a una cada vez más necesaria reconciliación, a pesar de que su sola presentación personal en ese escenario podría provocar cambios positivos de mentalidad. De nuevo, tampoco Willy es el único cantante no-revolucionario en Miami que pudiera cantar en Cuba.

Me viene a la mente el presidente Rafael Correa y su positiva relación con la emigración ecuatoriana. Un país puede tener gobiernos de izquierda, incluso modelo estatal socialista, y aún así tener una magnifica relación con su emigración. Inmediatamente dejaria de ser exilio lo que tenga oportunidad de ser parte integral del organismo nacional. No quiero hablar de si hay células enfermas que hay que extirpar, o tumores malignos que amenazan a dicho organismo, porque en el miedo a la enfermedad pudieran quedar fuera órganos esenciales. Prefiero pensar que con dieta saludable, ejercicios y hábitos sanos el organismo conservará la salud.

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