VIEJOS RECLAMOS

By Yadira Escobar on

CUBA NACIONALIZACIONES

La generación que hizo los cambios en Cuba y sus hijos, que actualmente tienen de 40 a 50 años, fueron los más beneficiados de la Revolución. Muchos de ellos llegaron a probar en su infancia la compota americana “Gerber” y por las rifas anuales del estado revolucionario se les repartió juguetes provenientes de almacenes confiscados. En esos primeros años de la Revolución aún brillaban los neones nocturnos de un pasado capitalista paralelamente a los beneficios del nuevo socialismo. Esa generación, que recibió los primeros beneficios de una revolución que nacionalizaba minas, centrales azucareros, y palacios de torturadores, no sería la generación que le tocaría pagar los platos en caso de que se implementara alguna ley de compensación tal y como planean ya algunos en Miami, porque ha pasado demasiado tiempo.
Algunos esperan que las nuevas generaciones de cubanos sean castigados con impuestos especiales en reparación a viejas nacionalizaciones, y la pregunta obligada sería ¿Es ético que paguen las nuevas generaciones? Obligar a Yuniesky, Alejandro, Ailil o Roberto (que de por si nacieron en el periodo especial y han sufrido necesidades) rebajando su nivel de vida para compensar a descendientes de los afectados me parece una aberración. El país, que está en urgente necesidad de un mejor desarrollo económico, es pobre y su limitada capacidad de producir riquezas no alcanza para al mismo tiempo fortalecerse por un lado y desangrarse por otro con enormes tributos o deudas .
Es importantísimo también observar que ya por 1905, apenas 3 añitos después de Cuba proclamar su independencia, el 60% de la tierra rural estaba en manos norteamericanas. Había alrededor de 13,000 propietarios estadounidenses, mientras que por las devastadoras guerras, los cubanos perdían cualquier posibilidad de prosperar en su propia tierra.
Asi que la raíz emancipadora revolucionaria que da paso a la reforma en las tierras es totalmente legítima y nacionalista. Sería por lo tanto un grave error político permitir un revisionismo contrarevolucionario que castigara nuevamente a los de abajo.
Desde un pensamiento ecologista del siglo XXI podemos concluir que la tierra de nuestro limitado planeta nos pertenece a todos y por lo tanto ese chillido egoísta de: “Esta tierra es mía”, no tiene por qué ser complacido en Cuba. Descontamos entonces cualquier reclamo territorial de por ejemplo, provincias o municipios enteros con un pasado latifundista a mediados del siglo pasado.
También quedan fuera de derecho los cabecillas y socios de la dictadura militar de Batista, pues ellos fueran la causa primera de la Revolución. Hay datos que dicen que cientos de millones de dólares fueron sacados por gente cercana a Batista, fueron depositados en bancos norteamericanos. Jamás se atendió el reclamo que se hizo oficialmente desde Cuba, y esto también debe ser tenido en cuenta.
Más lógica empresarial tiene que corporaciones americanas como la Procter & Gamble Co., Colgate-Palmolive Co. o IBM World Trade Corp. lleguen a exigir algún tipo de compensación por su naturaleza industrial e inversión real de recursos. No es realista que Cuba con su humilde economía pueda compensar con bonos o dinero, pero quizás si pudiera otorgar a esos colosos industriales algunas ventajas como bajos impuestos compensatorios por un tiempo fijado.
Para los que pretenden saquear las arcas de su país de origen desde posiciones de nueva ciudadanía en tribunales extranjeros, debe levantarse firme el interés general. ¿Cuántos antiguos cubanos demandarían dinero como ciudadanos norteamericanos a expensas del sudor del cubano? El cubano que vive en el exterior muchas veces ha vivido disfrutando del confort del primer mundo. Precisamente por esa moneda de dos caras que castiga y premia según la ocasión en que la ley de ajuste cubano o la guerra económica toque por suerte. Sería lamentable que se use una recién adquirida ciudadanía estadounidense para reclamar riquezas que quizás nunca se tuvo, y es totalmente inmoral castigar a generaciones que no habían nacido en 1959.
Ya existen casos de cubanos que se han apoyado en el poder judicial de los Estados Unidos para hábilmente extraer y exprimir unos cuantos millones a la pobre economía de la isla. Si existiera la posibilidad futura de una avalancha de reclamaciones de “ciudadanos norteamericanos” contra Cuba, el país nunca levantaría cabeza.
La mala voluntad política echa la culpa al mundo de los negocios tratando de presentar a las viejas empresas afectadas como aferradas a las viejas reclamaciones y según un estudio en el “Boston Globe”, que calcula incluso los intereses, son 7 billones de dólares lo que supuestamente Cuba debe a los Estados Unidos, pero en verdad son quienes toman las decisiones políticas quienes presionan para que no surja un arreglo entre los afectados y Cuba, castigando a lo que desde el sector privado miran hacia el futuro.
Algunos cubanos de la isla tienen una visión algo distorsionada de los cubanos del sur de la Florida, por causa de las acciones de la extrema derecha. Nadie puede negar que hay prejuicios, resentimiento y cierta desconfianza .Aquellos que tengan buena voluntad saben que cualquier acercamiento que venga acompañado de reclamos materiales rebaja el espíritu de una reconciliación nacional y es por tanto un atentado al bien general.
Si apenas cuando se abra la puerta, para modestamente ir mejorando las relaciones entre ambos países, se les acosa a los que viven en Cuba con recordatorios hostiles pues quizás provocaremos un nuevo encerramiento. Quizás, esto mismo es lo que algunos estén buscando por egoístas intereses.

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