Como ya son adultos en edad laboral y con una voz exigente, los jóvenes cubanos que solo han conocido una economía y vida social post-Unión Soviética, no arrastran el pesimismo de haber perdido un alto nivel de vida tal y como lo sufrió la azotada “Generación perdida”. Por lo tanto, yo diría que esto que todos ven como la desgracia de haberse perdido el cometa dorado que pasó y solo dejó ladas oxidados, más bien es algo positivo. Quien nunca tuvo nada, no vive atrapado bajo el lamento de lo que fue, sino ansioso por lograr un nuevo sueño. Cuando crees que no tienes nada que perder (sentimiento erróneo, pues siempre se puede estar peor) te pican las hormigas por convertirte en el sujeto promotor del cambio.
Ayer me enteré por unos amigos que están demoliendo en la Habana la tribuna antimperialista frente a la prácticamente disfuncional y casi abandonada embajada estadounidense. Mientras desmantelaban este simbólico lugar muchas cosas continuaban igual, y una barcaza de guerra estadounidense se movía a solo 12 millas del litoral cubano cerca de las costas de Holguín.
El barco perteneciente al Army es el LCU y se movió por aguas internacionales en el Canal Viejo de Bahamas. No creo que haya sido en respuesta a la atrevida proximidad del barco de guerra Americano, pero uno nunca sabe como un gesto aislado y local (desde luego, los mástiles para las banderas cubanas se ven bastante oxidados y quizás tan solo se trata de renovaciones) pero en tiempos sensibles hay que estar consciente de las interpretaciones. No solo pudiese alguien en Washington fantasear con que por fin esos cubanos “se rajaron” y descontinuaran la lucha anti-imperialista, sino que también los nativos pudiera deducir que se trata de una administración débil. Mientras que sostengo que un líder responsable y comprometido con su pueblo sabe cuando pactar, primeramente hay que intentar poner condiciones para darse a respetar.
La Revolución nacionalista de 1959 tomó el camino del socialismo y recibió influencias colectivistas de la Unión Soviética que no fueron chocantes culturalmente hablando para una nación tan acostumbrada como la cubana al sentido comunitario. Una de las grandes razones que hizo que el modelo cubano no se viniera abajo junto con la caída del campo socialista, fue el sentido comunitario fuertemente desarrollado en los consejos de vecinos conocidos como CDR en toda la isla. Lo nacional y lo popular fue más importante que el discurso ideológico y la unidad de propósitos estuvo en la mente de las mayorías en la crisis del “Periodo Especial” dando coherencia a la idea de resistir entre todos los embates de una época difícil. Luego las cosas se complicaron. Llegó el turismo desmoralizador, las remesas que erosionan las buenas costumbres y las desigualdades que introdujo en Cuba el poder del dinero junto a un sistema fiscal imperfecto.
Hoy la difícil situación económica que enfrenta Cuba puede hacer mayor daño que en los años 90 sino se toman medidas de supervivencia. La zafra ha sido un desastre, la inversión extranjera está bajo ataque por las políticas de Trump y hay que enviar cada año 2000 millones de dólares al Club de Paris (del cuál forma parte Estados Unidos) como parte de los pagos de la deuda externa. Es normal que desaparezca el pollo, el aceite, la harina y los huevos, y que algunos reformistas dentro del poder en Cuba traten de explotar la crisis argumentando que con más capitalismo se resuelven los problemas del socialismo cubano, pero la verdad es que esta crisis tiene ciertas características que no hace posible un experimento liberal sin graves riesgos para el pueblo cubano.
Donald Trump en su cuenta de Twitter ha dicho con motivo de este 20 de mayo que: “Los Estados Unidos no se quedarán de brazos cruzados mientras Cuba continúa subvirtiendo la democracia en las Américas”. Mientras tanto los cubanos emigrados estamos preocupados por nuestras familias en Cuba, pero todavía no tenemos fuerza política para organizarnos y frenar con eficacia a los que inventan fábulas, proponen castigos de todo tipo contra la isla dando tan malos consejos a Donald Trump en política exterior.