Cuba rural

By Yadira Escobar on

Cultivar la tierra es cosa dura, lo se por experiencia propia. ¿ Saben cuantas veces he sembrado papas en mi patio ? Muchas. ¿ Saben cuantas veces he cosechado ? NUNCA. Lo mismo va el aji, las fresas, zanaorias, etc. Ni si quiera se me dan las rosas.

Una de las tendencias del campesino en todas partes es la busquedad de la autosuficiencia, y no tanto la productividad que deje un sobrante para llevar al mercado. Si no se produce el estimulo suficiente para compensar el duro oficio de sacar comida del polvo, y si además el clima es caluroso, y para colmo los malos vecinos te roban parte del fruto de la tierra, los precios en la ciudad subirán sin parar por causa de la  escasez.
El campesinado cubano como clase social puede ser la clave para la soberanía alimenticia, pero debe dejar a un lado costumbres muy viejas consolidadas en los tiempos en que prestaba sus servicios a la industria azucarera. Durante aquellos tiempos se pasaba 6 meses cada año sin hacer nada en sus bohíos marginales, salvo cultivar algunas plantitas de maíz y malanga rodeando su vivienda. La crianza de puercos y gallinas, y las malangas y el maíz pueden perfectamente sostener una pequeña familia, pero no son útiles a la mayoría de los cubanos que viven en zonas urbanas, y que deben consumir unos alimentos cultivados en otros países.

 

 

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