Pan y Subversión

By Yadira Escobar on

El 2018 ha sido un año difícil para los cubanos. El mercado negro se ha estado apropiando de la tercera parte de lo que se produce en la isla y los negocios privados de comida han prosperado parasitando al sistema de subsidios generales. Una de las medidas para neutralizar el mercado negro puede ser la de importar alimentos para evadir la cadena corrupta de producción y distribución nacional, pero esto destruye la capacidad del país de alimentarse a si mismo, además de ser una señal más que evidente de la falta de conciencia comunitaria y del fracaso de la Revolución por crear un hombre nuevo libre de los vicios del pasado. Como sin conciencia es difícil la vida en el socialismo y más aún si coexisten dos economías paralelas, dos monedas y un bloqueo, hay quienes piensan en una transición pragmática a una economía más liberal, menos planificada y más dependiente del exterior. Creo que no vale la pena esa transición hacia lo desconocido si primero no reconciliamos al pueblo cubano y fomentamos un dialogo nacional.

Algunos disidentes emigrados intentaran sin lugar a dudas sacar ventaja del momento de crisis que vive la nación tratando de crear falsas hegemonías para orientarlas hacia una transición que ha estado germinando en la isla desde del poder. Una falsa oposición desde la emigración es lo peor que puede ocurrir ahora que falta el pan en Cuba, pues fomenta aún más la división que polariza y hace crecer la desconfianza hacia la diáspora más histórica. El viejo emigrado desplazado por recién-llegados que se hacen pasar por exiliados (cuando aún conservan propiedades y residencia legal en la isla), sigue siendo excluido y no se produce la autentica reconciliación que necesitamos.

Los comunistas más ortodoxos en Cuba siguen en guerra contra la familia, la propiedad y las herencias de todo tipo. Los entiendo. Gran parte de la miseria de nuestro mundo es producto de las desigualdades que producen los privilegios, y más todavía cuando esos privilegios se heredan, pero ya existe una nueva clase privilegiada en Cuba con no pocos ex-comunistas que forma parte de una casta que desconfía del “poder popular” y que hará lo imposible por sustituir esa forma de gobierno por gobernadores solitarios y vulnerables al soborno.

Esa élite golpista–el pulpo–no simpatiza con la derecha exiliada, pues la ve como rival, como competencia no bienvenida en Cuba. Como clase privilegiada aspira a una transición que haga más rentable el sistema cubano, y por lo tanto está dispuesta a favorecer los bolsones de pobreza extrema que mejoran el rendimiento de la economía tercermundista. Si esa nueva clase puede, va a provocar carencias artificiales que obliguen al 30% de la población a servirles por un pedazo de pan (claro está ese truco no funciona mientras exista el pan subsidiado y planificado).

No duden que anden algunos justificándose con razones antropológicas; –que si no empujas al pueblo no trabaja, que son un vagos, que jamas serán emprendedores por cuenta propia, que si Fidel Castro los malcrió- Esa actitud depredadora de quienes ya creen que tienen ventajas y se ilusionan con otras reglas del juego, no favorece el progreso del país, porque sigue excluyendo a cubanos.

Es una clase contrarrevolucionaria bastante híbrida que tiene un pie en el sector privado y otro en el estatal, que todavía no habla de frente, que por ahora conspira y susurra. Que apoya desde Cuba a SomosMas, a CubaDecide, a 14yMedio y a toda organización golpista que les provoque ilusiones materiales (ni sus actividades son reprimidas, ni sus promotores son acosados, ni sus paginas-web son censuradas en la isla). Que es capaz ya hasta de legalmente hacer lo ilegal. Que no odia a Diaz Canel porque le imaginan como a un golpista más y que finalmente fracasará como un pesado pulpo que se asfixia a poca profundidad porque al pueblo todavía no le llega el agua al cuello.

¿Se han preguntado porque el actual líder máximo de Cuba, el de facto heredero del “Castrismo” (según la retorica disidente) no acaba de provocar odio en los cubanos más opositores? Quienes sostienen a pesar de los hechos, que Diaz Canel es tan solo un títere de Raúl, lo dicen siempre casi con un tono de empatía y hasta comprensión, como tirandole la toalla. A mi por lo menos, me parece una reacción curiosa.

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