Revisando la Reconciliación

By Yadira Escobar on

Como pueblo no somos los cubanos quienes más hemos sufrido (ejemplos: Siria, Vietnam, Afganistán) pero por una serie de razones (Fidel Castro incluido) logramos notoriedad mundial sin llegar a curar el vicio cultural de siempre creer que merecemos más. Tampoco ayuda que hay quienes quieren que le cojan lastima y se inventan tragedias y fusilados ficticios–no estoy negando que los hubo–para beneficio político. Así que por diversas razones, este grupo de apasionados y subjetivos, muchas veces no desea la paz.

Como nacionalista no puedo aceptar la tesis destructiva de que discutimos porque aún no hemos llegado a ser un pueblo amorosamente homogéneo y que por nuestros distintos orígenes es que se discuten, pues ante ese tipo de diversidad es que se dialoga, se negocia, se tolera al otro con prudente paciencia. Eso se puede arreglar de forma constructiva y sin clavarnos un puñal. Más bien creo que el inmaduro capricho por echarle leña al fuego es la prueba de que realmente no hemos sufrido tanto, pues el dolor que no te destruye, te emancipa..

El viejo discurso/arrebato sigue haciendo estragos entre nosotros porque no acabamos de entender que la retórica de las dos grandes potencias involucradas en la guerra fría nos infectaron en el pasado y hoy estamos arrastrando visiones ajenas a nuestra particular manera de ser como cubanos.

Los argumentos que se usan hoy para el “no-perdón” son arcaicos, y son la manera trasnochada de decir: Yo no te perdono hasta que no te arrodilles y reconozcas que eres el malo. Lo increíble es que muchos de los que se se suman al viejo odio gritaron en Cuba “viva la Revolución” sin perder el sueño por los que eran maltratados en esa época por el Ministerio del Interior en la isla.

Cuando mi padre fue acusado en la causa número 8 de 1986 por “Otros actos contra la seguridad del Estado”, durante tres meses en los cuales nunca vio la luz del sol sus interrogadores le afirmaron que pedirían la pena de muerte para él. No es lo mismo ser arrestado por el G2 en los años 80, cuando pasabas meses en celdas incomodas sin ver luz del día y sin conversar con un abogado, que pasar unas horas arrestado por hacer un escándalo publico en una calle de Miramar (escándalo recompensado con dólares).

Fueron tres meses de angustia para mi papá el estar convencido que sería fusilado por ser jefe de grupo clandestino sobre el cual ya se estaban escribiendo muchas falsedades; como la de que eran terroristas que estaban planeando un ataque a un canal de Televisión local. Finalmente, y no gracias al Ministerio del interior, mi padre no fue fusilado, pero yo estoy muy consciente que el tema de los fusilamientos en el pasado sigue siendo un asunto delicado que dejó marcas en algunas familias cubanas.

Se ha exagerado bastante por supuesto lo de los “paredones”, y los números no son exactos. Abundan los testimonios de presos que escuchaban el sonido de los disparos, pero son bastante escasas las evidencias serias. Faltan también testimonios públicos de los familiares de los fusilados que den nombres y apellidos, no el eslogan usual usurpado hasta por emigrados recién llegados a Miami. Es conocido el hecho de que se fusiló a varios torturadores y asesinos sádicos, pero la propaganda lo mezcla todo para confundir, y siempre que alguien busca escusas para el rencor contra los cubanos de la isla lo pone sobre la mesa como argumento para sabotear el dialogo y la reconciliación. Pero lo curioso es que ahora la nueva derecha, que se está nutriendo de oportunistas educados en la Cuba socialista y que muchos incluso formaron parte del sistema, intenta hacerse la víctima desarrollando el mito de “una memoria dolorosa” sin haber sido ellos parte de los maltratados.

Desde hace años he pedido reconciliación con mi viejo lema de “Sin odios ni Rencores”. El contacto con tantos cubanos emigrados en el sur de la Florida me ha convencido que quienes propagan su virus del odio anti-nacional (enmascarado bajo el anti-comunismo), no tienen salvación porque ya arrastra la culpa histórica de haber tratado de sabotear nuestra unidad. No por eso soltaré al lado de la carretera mi cantaleta por la unidad nacional, porque los principios se obedecen aunque pasen de moda o sean tergiversados por los hipócritas. Como mencioné en el ultimo Moderna, la propuesta de un solo partido por nuestro Jose Martí no era para suprimir la diversidad, sino enfatizar la urgente necesidad de cooperar en la misma dirección si queremos lograr algo sustancial. Voluntades divididas no pueden ni pintar una casa en construcción; todos empujando a la misma vez podemos barrer nuestros males hacia el mar para que se diluyan con la sal y el salitre.Como el tema de la reconciliación entre cubanos es parte inseparable del proyecto de unión nacional que Cuba necesita ahora, lo traje a Moderna y aquí les dejo el vídeo del programa por si se lo perdieron en la Radio

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